XV

A pesar de las apariencias, un abandono no es el lugar más adecuado para rendir culto a la muerte ni experimentar sentimientos mórbidos; al contrario, es el lugar para celebrar el resurgimiento de la vida unido de forma indesligable a la desaparición del hombre. Tan pronto como la presencia humana desaparece, algo recupera el terreno perdido, equilibra la balanza de nuevo. Un lugar abandonado, apartado y alejado de todo, es tanto una imagen del pasado como la imagen del futuro, una tierra liberada del yugo de la especie humana, vacía y desierta. Después del apocalipsis, el instante que marca el ocaso de la civilización, rodeado de un silencio sepulcral, acaba por convertirse en el único paraíso terrenal que podemos imaginar cuando no queda nadie para hacer uso de la imaginación. Llegar a una conclusión de estas características, donde se advoca por el fin del mundo, resulta cuando menos preocupante.