V

Cuando el ÁNGULO de visión alcanza un determinado valor, se sitúa en el cruce vertiginoso donde se superponen las imágenes del mundo, cola de pavo real con colores infinitos, lo insignificante se vislumbra otro, fulgor siempre diferente a sí mismo. En estas circunstancias, la condena o la salvación eternas de las cosas y seres abandonados a su suerte, olvidados sin haber sido nunca conocidos, incapaces de ser lo mismo, es que no pueden formar conjuntos, clases o especies, no responden a ninguna llamada común ni se definen mediante marcas de clasificación. La INSIGNIFICANCIA es el sello de las partículas heteróclitas, inconexas, que flotan en un medio de dispersión sin formar un todo, ajenas al orden de lo general y lo semejante; el carácter residual, respecto a la percepción, la ausencia de significado, respecto a las palabras, y la falta de generalidad, en cuanto al concepto, las convierten en otras junto a otras por derecho propio, señal de su relación íntima con el silencio y lo incomparable. El último reino, el reino de lo desconocido, está tan cerca como uno desee, es deseo cumplido en la lámpara maravillosa.